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lunes, 19 de diciembre de 2011

De las inteligencias múltiples a la educación personalizada





Hace más de dos décadas, Howard Gardner revolucionó la psicología con su teoría de las inteligencias múltiples.

Su trabajo repercutió en la mejora del sistema educativo y le valió un reconocimiento internacional y numerosas distinciones, entre ellas, el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales de 2011.

En ocasión de la entrega de este galardón, Punset y Gardner protagonizaron un coloquio en Avilés y conversaron sobre las inteligencias múltiples, las nuevas tecnologías y el surgimiento de una manera nueva y personalizada de educar a los niños.

A continuación os ofrecemos la entrevista de Eduard Punset a Howard Gardner, profesor de Cognición y Educación de la Universidad de Harvard, realizada en Avilés, el pasado 18 de octubre del 2011.

"La irrupción de las nuevas tecnologías
nos obliga a educar a los niños de una manera distinta"
Howard Gardner

Howard Gardner:
Estoy seguro de que no fui el primero en reconocer la multiplicidad de talentos. Pero creo que hay dos cuestiones que distinguen mi trabajo.

La primera es que yo contaba con una serie de criterios por los que se podía juzgar si algo merecía ser considerado una inteligencia.
Hoy no estaría aquí en España recibiendo el Premio Príncipe de Asturias si hubiera escrito sobre los distintos talentos humanos

Y la segunda es que usaba la palabra inteligencia en lugar de talento. Hoy no estaría aquí en España recibiendo el Premio Príncipe de Asturias si hubiera escrito sobre los distintos talentos humanos.

Lo que hice fue tomar la palabra inteligencia, que era propiedad de la gente del coeficiente intelectual, y dije: la música es un talento y las matemáticas son inteligencia, pero ¿por qué debemos llamar inteligentes a las personas buenas con los números y solo talentosos a aquellos que dominan el tono, la armonía, el timbre?
Todavía nadie me ha dado una buena respuesta a esa pregunta.

Eduard Punset:
Desde el punto de vista de la genética, o eso me han contado mis amigos genetistas, somos prácticamente iguales.

Es cierto que ahora descubrimos que, aunque somos muy parecidos, somos algo diferentes. Pero compartimos con la idea de que éramos muy parecidos.

Y hace veinte años, apareciste tú y dijiste que los niños y los jóvenes no eran tan parecidos y que no tan solo eran distintos sino que tenían lo que tú denominas inteligencias múltiples.

Mi pregunta es la siguiente: ¿cómo es posible que veinte años más tarde todos digan que tenías razón?

Las inteligencias múltiples

Howard Gardner:
Cuando un experto introduce nuevas ideas, suele haber mucha oposición. En tono de broma, se dice que al principio dicen que estás equivocado y luego, unos años más tarde, lo aceptan y luego, unos años más tarde, dicen que habían pensado en ello. Yo no diría que este haya sido el caso.
Pero si no sabes cómo comprender a los demás, si no te entiendes a ti mismo, no serás inteligente en otras áreas.

Pero tanto mi trabajo sobre las múltiples inteligencias como el trabajo de Goldman sobre las inteligencias emocional y social han entrado a formar parte de lo que podríamos llamar el conocimiento colectivo del planeta.

Sin duda, si vas a la empresa, o a la formación, o a la política, se reconoce que quizás tengas un coeficiente intelectual muy superior a la media.

Pero si no sabes cómo comprender a los demás, si no te entiendes a ti mismo, si no sabes cómo abrirte camino en la calle, en el estudio de televisión, en el ámbito deportivo o en el ámbito artístico, aunque tengas el mayor coeficiente intelectual jamás observado, no serás inteligente en otras áreas.

Eduard Punset:
Cuando yo te conocí, la ciencia, la comunidad científica, tendía a creer que éramos todos iguales y que nuestra inteligencia era parecida y que se podía medir con una cosa que llamábamos el IQ, el coeficiente intelectual.

Howard Gardner:
Cuando la gente utiliza la palabra inteligencia sin pensar, suele referirse a la inteligencia en la escuela. Si eres bueno en lenguas y en matemáticas, te irá bien en la escuela, y, mientras estés en la escuela, pensarás que eres inteligente.

Como todos los expertos de Occidente, creía que había algo llamado test de inteligencia y que, si lo hacías bien eras bueno en todo, si lo hacías regular eras regular en todo y si lo hacías mal tenías mala suerte.

Eduard Punset:
Tendíamos a pensar que había una manera, como el coeficiente intelectual que has mencionado, de medir la inteligencia de una persona.

Howard Gardner:
Al principio, cuando Alfred Binet descubrió o, mejor dicho, creó el test de inteligencia hace cien años, fue un gran logro.

Era una buena manera de predecir cómo les iría a los estudiantes en un determinado tipo de escuela. Pero hay una manera mucho mejor de predecirlo: las notas del curso anterior.
 El problema de las mediciones, Eduardo, no son las mediciones sino las personas que les atribuyen demasiada importancia

Si sabes cómo te fue el curso pasado, no tengo que hacerte un test de inteligencia. El problema de las mediciones, Eduardo, no son las mediciones sino las personas que les atribuyen demasiada importancia.

Lo peor del coeficiente intelectual es que a las personas se les decía que el resultado del test no era muy bueno, aceptaban su estupidez y entonces… Creer en la inteligencia única con la que hemos nacido es muy occidental.

En Asia, se cree en la importancia del esfuerzo. Siempre digo lo mismo: debes elegir bien a tus abuelos y trabajar mucho. Por desgracia, no puedes elegir tus abuelos, no tienes elección. Así, pues, lo realmente importante es en qué decidimos trabajar y cuánto nos aplicamos a una tarea, la calidad de la enseñanza y los recursos de los que disponemos.
En Asia, se cree en la importancia del esfuerzo

Y eso, al final, tiene mucho más que ver con las oportunidades que uno tiene en la vida que los resultados de un test que alguien elaboró en París hace cien años. No ha habido muchos cambios desde entonces.

Eduard Punset:
¿Te puedo hacer una pregunta que yo creo que todos querremos saber? O sea, ¿qué entiendes por inteligencia?
Lo realmente importante es en qué decidimos trabajar y cuánto nos aplicamos a una tarea.

Howard Gardner:
Permíteme una metáfora, que creo que es más práctica. Si crees en una inteligencia única, lo que quieres decir es que tienes un solo ordenador en el cráneo. Si ese ordenador funciona y es eficiente y rápido, no comete muchos errores, eres bueno en todo.

En cambio, si funciona a trompicones, entras dentro de la media y, si va lento y comete muchos errores, es que eres estúpido.

La reivindicación de las inteligencias múltiples es que tenemos una serie de ordenadores independientes: uno se encarga de la información musical, otro de la información espacial, otro de la información corporal.

Por supuesto, no es un ordenador pequeño, no tenemos una lata vacía aquí dentro, pero es un argumento que los cerebros son muy diferentes y pensar que solo hacen una cosa no es correcto.

Howard Gardner:
La disponibilidad de ordenadores, ordenadores personales, dispositivos portátiles, tabletas gráficas… significa que ya no tenemos que enseñar la misma cosa del mismo modo ni examinar de una sola manera.

Tenemos la suerte de vivir en esta época. Quienes parece que no lo entienden son los ministros de educación.

La educación personalizada

Eduard Punset:
Lo que encuentro fascinante es que, veinte años más tarde, desde el momento en que hablaste por primera vez de este tema, puedes hacer algo que hace veinte años parecía imposible.

Se trata de la formación personalizada. Puesto que todos somos distintos, hay que dar una formación distinta a cada uno. Y ahora, gracias a la revolución digital, eso es posible.
La cuestión es descubrir cómo aprende una persona, descubrir sus pasiones, que son muy importantes, y utilizar todos los recursos humanos y tecnológicos que nos sirvan de ayuda

Howard Gardner:
Es verdad. Estamos solo al principio, pero el software y el hardware son cada vez más versátiles y, si quieres aprender algo, ya sea a esquiar o a vender, cálculo o genómica, no hay ningún motivo por el que todos tengan que aprender de la misma manera.

Sería una estupidez. Cuanto más versátil sea el software y cuanto mejor guía sea el maestro para decir «¿Por qué no aprendes de esta manera?» o «Dime cómo te gusta aprender», «Cuéntame qué has aprendido de una manera que te resultaba cómoda», y cuanto más me repitan lo mismo, más personas recibirán formación.

Así que la cuestión es descubrir cómo aprende una persona, descubrir sus pasiones, que son muy importantes, y utilizar todos los recursos humanos y tecnológicos que nos sirvan de ayuda.

Por supuesto, se trata de un ideal, pero estamos mucho más cerca de ese ideal de lo que habíamos estado nunca antes de la revolución digital.

Eduard Punset:
Es fantástico, porque sugieres, corrígeme si me equivoco, que no solo las personas son diferentes, no solo los estudiantes son diferentes y hace falta una formación personalizada, sino que la formación es también diferente.

Es decir, los maestros deben cambiar, porque, tal como has dicho, una materia concreta no se enseña de una manera determinada. Puede enseñarse de maneras distintas.
Cada vez más los maestros se convertirán en guías.

Howard Gardner:
Sí, creo, Eduardo, que cada vez más los maestros se convertirán en guías. Con eso quiero decir que todos sabrán algo de los estudiantes, los estudiantes sabrán algo de sí mismos y los padres sabrán algo de sí mismos, y trabajarán en equipo para decidir cuál es la mejor manera de aprender para una persona.

Hay cosas que todos debemos aprender, pero no hay ninguna razón para que las aprendamos de la misma manera.

Las sociedades con materiales informáticos versátiles y maestros que actúan como guías tendrán una enorme ventaja sobre aquellas en las que el software no se utilice bien y los maestros crean que son la fuente de toda la información y todo el conocimiento.

Porque en la actualidad, y estoy bastante bien informado, los estudiantes no paran de decir: «Eso no es correcto» o «Lo acabo de buscar» y, por supuesto, levantan la mano.

Quien levante la mano no siempre tendrá la razón, pero probablemente tenga más razón que yo. Así, pues, la idea de que los maestros somos la fuente de toda la sabiduría alimentará nuestra sensación de poder, pero ya no es cierta.

Eduard Punset:
¿Y qué me dices de las nuevas competencias o las nuevas asignaturas que los jóvenes deben estudiar para encontrar trabajo?

Aprender toda la vida

Howard Gardner:
Bueno, tú y yo ya hemos hablado de esto. A lo largo de nuestra vida, las personas han hecho muchas cosas a solas, pero ahora todo consiste en trabajar en equipo, en red, en llegar desde distintos lugares a un mismo sitio, trabajar eficientemente y no volver a ver a esa persona.
Ahora todo consiste en trabajar en equipo, en red, en llegar desde distintos lugares a un mismo sitio, trabajar eficientemente y no volver a ver a esa persona

Así, pues, saber cómo hacernos una idea de la situación, colaborar afectivamente, construir confianza, combatir las reacciones propias, que quizás puedan ser demasiado impulsivos, o demasiado arrogantes, o insuficientemente colaboradores.

Estos factores sociales, emocionales, entran en la categoría de la comprensión de uno mismo.

Me refiero a la inteligencia interpersonal. Si no te conoces bien a ti mismo, no tomarás buenas decisiones vocacionales, ni elegirás bien a tu compañero, porque hoy en día somos nosotros los que decidimos dónde vivimos, con quién, a qué nos dedicamos… Soy profesor en la Escuela de Educación y propongo cambiarle el nombre por el de escuela del aprendizaje de por vida, porque ni tú ni yo somos niños, pero seremos personas disfuncionales si dejamos de aprender.
Sí, yo diría que las mediciones de la educación, el sistema educativo, han cambiado más a lo largo de nuestra vida que probablemente en los siglos anteriores.

Eduard Punset:
Pensaba en lo que has dicho: si la esperanza de vida es ahora de veinte años más, algo deberá cambiar en nuestro sistema de aprendizaje, ¿no? Pero es fantástico, porque en realidad lo importante es lo nuevo, lo que se ha entendido mal.

Has mencionado, por ejemplo, la confianza. Si les pregunto a mis nietas «¿Cómo os podéis fiar de alguien o de una institución?», no lo saben. Nadie les ha enseñado qué hace falta para fiarte de alguien.

El grado de confianza

Howard Gardner:
Sí. Yo hablaría de merecer la confianza, porque en la actualidad muchas instituciones y muchas personas no merecen la confianza. Sin embargo, por otro lado, si sospechas de todos o te muestras escéptico ante todos, no podrás crear ninguna conexión significativa, ningún tipo de sinergia significativa.
Creo que es muy difícil y, gracias a las ciencias sociales, sabemos que una de las mayores diferencias entre las sociedades es el grado de confianza. Escandinavia siempre obtiene puntuaciones muy elevadas en las medidas de confianza.

Si vas a África, la confianza es prácticamente inexistente. En los Estados Unidos se ha producido una especie de descenso constante del índice de confianza, lo que es muy triste.

Eduard Punset:
Hay otras cuestiones como la cooperación, que también has mencionado. El trabajo en equipo es muy importante, ¿no? Es decir, hoy en día, alguien que no esté acostumbrado a trabajar en equipo, a quien no se lo hayan enseñado, no tiene nada que hacer, ¿no?

Howard Gardner:
Y deberíamos hacerlo creando, dentro de las escuelas, entornos que modelen este tipo de comportamiento entre los maestros, entre maestros y padres, y entre los chicos mayores y los pequeños.
Porque, cuando ves lo que puedes conseguir si trabajas en equipo con los demás, en especial con personas que tienen distintas perspectivas, es muy liberador.

Cuando era joven e insensato, y contrataba a personas para que trabajaran conmigo, siempre buscaba a personas que eran exactamente iguales que yo, para tener réplicas exactas de mí.

Y hace veinte años me di cuenta de que esa actitud era estúpida. Con uno como yo ya bastaba. Así que ahora pienso más en formar equipos en los que las personas tengan habilidades, intereses y pasiones complementarios y en los que todos puedan sumar.

Por supuesto, todo el mundo sabe que disfrutamos más en un entorno social en el que no oigamos siempre lo mismo, donde se hagan otros tipos de contribuciones. Si carecemos de esos modelos en casa y en la escuela, y creo que la religión no los proporciona, cuando llegamos al lugar de trabajo, tenemos una tarea de treinta años para construir la confianza y desarrollar los músculos de la colaboración. Es una locura.

El coeficiente intelectual y la visión estándar de la inteligencia, en realidad, tienen que ver con si tienes éxito en un determinado tipo de escuela. Una escuela en la que las lenguas y las matemáticas son importantes.

Son importantes, nadie lo discute. Pero cuando dejas la escuela y sales a la autopista, vas a la tundra o a la sabana, te sumerges en el agua o sales al escenario, es el momento para las otras inteligencias.

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