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jueves, 1 de diciembre de 2011

Tom Sawyer, el líder más golfo...

Grandes recuerdos de la infancia me ha traido la portada de Google. Me ha hecho recapacitar sobre los mensajes que tenían los dibujos animados cuando yo era pequeño.
Quizás a medida que uno se va haciendo mayor, cree que todo lo de su tiempo era mejor...y es así, yo pienso de esa forma...aunque no cierro puertas al conocimiento, ya que éste aparece en todas las etapas de todos los tiempos pasados y futuros.
No entiendo muy bien los mensajes violentos de las animaciones que hoy tenemos para los críos, tampoco entiendo esos videojegos, en los que hay que atropellar ancianas y policías.
El caso es que llevo unos días interesándome por nuestro sistema educativo y en la estupidez de los test de inteligencia, que solo se basan en la destreza de saber hacer estos mismos tests.
Al ver la portada de Google, he comprendido el mensaje de Mark Twain 30 años después de leer la historia de Tom Sawyer y de ver la serie en tv después de salir de ese colegio, en el que no aprendí  absolutamente de nada. Menos mal que aprendí a leer y a escribir en casa antes de que me matricularan. Si no, no sé que sería de mí, con el deficit de atención que tenía en las clases, aún no sé por qué.
Una de las series que más me gustaba, era la de Tom Sawyer y sus inocentes gamberradas. En el capítulo nº 2, hay un claro ejemplo de cómo se pueden ver las cosas de un modo distinto y hacérselo ver así al resto del mundo.

El Gran Mark Twain, con la historia de Tom Sawyer, nos hace ver que se pueden sacar cosas positivas siempre que uno sea espabilado y sobretodo un líder nato como Tom.
Creo que si Mark Twain viviera hoy en día, sería unos de los mejores motivadores del planeta. Quizás en su tiempo, él era una persona tan avanzada que algunos padres no supieron ver el mensaje, e inculcar estos valores a los pequeños, o quizás lo comprendieron, pero como estaba en formato de animación, no le dieron la importancia que tenía.
Lo que está claro, es que ahora en los tiempos que corren y con los adelantos que tenemos, tampoco le estamos inculcando estos valores a los que cogerán nuestro sitio...teléfono móviles en edades tan tempranas que los chavales no saben aún lo que cuesta pagar una factura, zapatos con precios desorbitados, que el crío no sabe ni lo que lleva puesto, habitaciones que parecen palacios... etc...bueno, que si los padres de estos críos siguen teniendo buena economía, no pasará nada en el futuro, pero si no es así...a ver cómo le explicas al chaval que se acabó el teléfono, las zapatillas de 200 euros y el resto de material que nunca se la ha negado tener.
Quizás aún no he dejado de ser consciente de ésto, porque no soy padre y lo veo todo desde un punto de vista diferente.
Si algún día cambio...avisádme por favor...
Cuelgo el capítulo y también la parte del libro en el que Mark Twain explica la anécdota de la valla.




–¡Hola, compadre!–-le dijo Ben–. Te hacen trabajar, ¿eh?
–¡Ah! ¿Eres tú, Ben? No te había visto.
–Oye, me voy a nadar. ¿No te gustaría venir? Pero, claro, te gustará más trabajar. Claro que te gustará.
Tom se le quedó mirando un instante y dijo:
–¿A qué llamas tú trabajo?
–¡Qué! ¿No es eso trabajo?
Tom reanudó su trabajo con la brocha y le contestó distraídamente:
–Bueno, puede ser que lo sea y puede que no. Lo único que sé es que le gusta a Tom Sawyer.
–¡Vamos! ¿Me vas a hacer creer que a ti te gusta?
La brocha continuó moviéndose.
–¿Gustar? No sé por qué no va a gustarme. ¿Es que le dejan a un chico pintar una cerca todos los días?
Aquello puso la cosa bajo una nueva luz. Ben dejó de mordisquear la manzana. Tom movió la brocha, coquetonamente, atrás y adelante; se retiró dos pasos para ver el resultado. Y en tanto, Ben no perdía de vista un solo movimiento, cada vez más y más interesado y absorto. Al fin, dijo:
–Oye, Tom: déjame encalar un poco.
Tom reflexionó. Estaba a punto de acceder, pero cambió de propósito.
–No, no; eso no podría ser, Ben. Ya ves…, mi tía Polly es muy exigente para esta cerca, porque está aquí, en mitad de la calle, ¿sabes? Pero si fuera la cerca trasera no me importaría, ni a ella tampoco. No sabes tú lo que le preocupa esta cerca; hay que hacerlo con la mar de cuidado; puede ser que no haya un chico entre mil, ni aun entre dos mil, que pueda pintarla de la manera que hay que hacerlo.
–¡Quia!… ¿Lo dices de veras? Vamos, déjame que pruebe un poco, nada más que una miaja. Si tú fueras yo, te dejaría, Tom.
–De veras que quisiera dejarte, Ben; pero la tía Polly… Mira, Jim también quiso, y ella no le dejó. Sid también quiso, y no lo consintió. ¿Ves por qué no puedo dejarte? ¡Si tú fueras a encargarte de esta cerca y ocurriese algo!
–Anda…, ya lo haré con cuidado. Déjame probar. Mira, te doy el corazón de la manzana.
–No puede ser. No, Ben; no me lo pidas; tengo miedo…
–¡Te la doy toda!

Para Mark Twain, el que mejor supo enviar mensajes de motivación a nuestro inconsciente...

1 comentario:

  1. SIMPLEMENTE GENIAL, SENSATO, COHERENTE Y REAL.

    FELICIDADES.

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